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jueves, 31 de mayo de 2012

Y tú ¿A quién admiras? Yo ¡al que reparte felicidad!




Dicen que en una mirada de admiración van cosas infinitas. Hace mucho, muchísimo tiempo que no veía una tan sincera. Sentimiento en estado puro. Como si el camino de la vida se hubiese detenido unos segundos para saber porqué se escogió ese y no otro. Para asegurarse que es allí dónde un día decidió que estaría y para pisar sobre seguro. 

Una conversación en un punto de sentido y ante una marea de momentos que parecen tender al infinito. Mientras María Teresa Campos explica con detalle la carrera de la invitada de la tarde, ella le mira anonadada. Me quedo pendiente porque hace unos cuantos meses me habían comentado la posibilidad de entrevistarla para una revista digital. Al ritmo de los minutos, se suceden las palabras. No cualquiera sino las que suenan a respeto, a sueños y a cosas vividas, quizá sentidas, porque allí esa tarde todo lleva sentimiento. Su lenguaje corporal lo dice todo y su mirada proyecta ganas de saber y respeto. Mucho. De ese que tanto hace falta en la televisión, de esos sentimientos que la pantalla atrapa pero pocas veces cala. Raquel Sánchez Silva está ante el reflejo que muchas veces, al preguntarse por su futuro, aparecía en su eco incierto. Ahora para ella todo son certezas. Programas de éxito con sentido y rumbo. 

Me entero que firmará su libro en el Parque del Retiro en unos días y sin quererlo pero queriendo saber sobre ella, me acerco hasta el número 129. Quería saber dónde radica la clave de su éxito, porqué sus programas llevan un pasaporte que cada temporada suman un sello y un billete de vuelta para la próxima edición. Me quedo esperando y enseguida descubro porqué está ahí, porqué la vida le ha dado ese lugar privilegiado y porqué ha sabido mantenerse. No es ningún secreto y reparte felicidad a quién se le acerca. Esa es su principal red, en la que en el menor atisbo de caer, su carácter la levanta con fuerza como si de una cama elástica se tratara. Lleva implícito lo que todos poseemos pero sabe sacarle el partido necesario para vencer y convencer. Raquel Sánchez Silva no tiene más ingredientes de los que podríamos tener todos, sólo sabe conjugar los alimentos, ponerle esa pizca de sal que a veces tanta falta le hace a la vida pero que te distingue de los demás. Es como si hubiera esculpido lo malo y con los restos hubiera tallado el futuro. Por eso está esperanzada, porque no hay nada como conocerse a si mismo, saber el camino y tener las claves para no sólo abrir tu puerta sino la de todo aquel que necesite ver la luz en el algún momento.

Al principio hablaba de admiración y es lo que espero que haya visto en mis ojos, porque hay personas que no sólo te enseñan una lección de vida sino que sin darte cuenta te ha dado un ingrediente para la próxima aventura.

martes, 15 de mayo de 2012

Según los ojos con que lo mires




Tres fiestas glamurosas después y de pasar por la realidad fantástica regresé a la fantástica realidad. No es un acertijo pero lo que es seguro es que quería divisar dónde se esconde lo humano. Días de locura emborrachada de maquillaje y etílica de ética. Parar y reflexionar para analizar un mundo que siempre irá conmigo de la mano y que jamás me cansaré de vivir porque es el equitativo a la pura esencia y a la siempre gratificante innovación. Parte positiva en la que no cabe la hipocresía que muchos gritan por bailar al ritmo de lo que más se estila. 

Allí estaba después de tres días entre la cordura y el remember. Reubicando a la gente que se quedó en el camino simplemente porque se perdió en el laberinto e intentando destronar a quien se creía cuerdo. Entre el sueño y lo soñado me baje de lo deseado. Tan sólo divisando la fiesta entre las fiestas me di cuenta de que hay fiestas y fiestas. Las que bailan al son de todos y las que no importa quién lleve el arte. En ese punto, en ese lugar, en el cruce más famoso de la milla de oro estaban todos pero no bailaban al son. Sólo uno. El que ha hecho que otra mirada sea posible. El que ha logrado que muchos días sean una fiesta. El que va a algunas de ellas y quizá no sepan que es el mejor anfitrión. El que siempre baila al compás mientras los demás no encuentran la música. Dónde en otros países se lo rifan, él, siempre discreto, salía por la esquina en la que los flashes no enfocaban. Mientras seguía la realidad distorsionada yo me quedaba anonadada. El Padre Angel sale de la fiesta de Fiona Ferrer. Nadie se da cuenta en esa calle, sí a millones de manzanas.