Powered By Blogger

martes, 15 de mayo de 2012

Según los ojos con que lo mires




Tres fiestas glamurosas después y de pasar por la realidad fantástica regresé a la fantástica realidad. No es un acertijo pero lo que es seguro es que quería divisar dónde se esconde lo humano. Días de locura emborrachada de maquillaje y etílica de ética. Parar y reflexionar para analizar un mundo que siempre irá conmigo de la mano y que jamás me cansaré de vivir porque es el equitativo a la pura esencia y a la siempre gratificante innovación. Parte positiva en la que no cabe la hipocresía que muchos gritan por bailar al ritmo de lo que más se estila. 

Allí estaba después de tres días entre la cordura y el remember. Reubicando a la gente que se quedó en el camino simplemente porque se perdió en el laberinto e intentando destronar a quien se creía cuerdo. Entre el sueño y lo soñado me baje de lo deseado. Tan sólo divisando la fiesta entre las fiestas me di cuenta de que hay fiestas y fiestas. Las que bailan al son de todos y las que no importa quién lleve el arte. En ese punto, en ese lugar, en el cruce más famoso de la milla de oro estaban todos pero no bailaban al son. Sólo uno. El que ha hecho que otra mirada sea posible. El que ha logrado que muchos días sean una fiesta. El que va a algunas de ellas y quizá no sepan que es el mejor anfitrión. El que siempre baila al compás mientras los demás no encuentran la música. Dónde en otros países se lo rifan, él, siempre discreto, salía por la esquina en la que los flashes no enfocaban. Mientras seguía la realidad distorsionada yo me quedaba anonadada. El Padre Angel sale de la fiesta de Fiona Ferrer. Nadie se da cuenta en esa calle, sí a millones de manzanas.