Hoy he leído que cada vez son más las chinas que se someten a operaciones de cirugía estética para parecerse a las occidentales. Resulta que Oriente quiere tener la misma nariz que Penélope Cruz. Sí, la actriz española, la que va a dar a luz en Estados Unidos.
Partos a parte, parece que las mujeres de rasgos extralargos, con todo el respeto, quieren minimizar sus facciones. No estaría del todo mal si éstas se dieran cuenta de lo que esto implica. La locura de la perfección ha llegado a China. Y con ello, los cambios en el estado de ánimo. Yo quiero ser como “fulanita” y andar con las piernas que tiene “menganita“. ¡Oh, Dios! La locura. Si el país ya es pionero en maquillajes para pieles perfectas, véase SK II, ahora tendrá que cubrir las necesidades de maquillajes para “pieles sin esencia”. Una esencia perdida gracias a los cánones impuestos por la sociedad y a las mentes más débiles que aclaman con fervor “ser como” o “parecerse a” . Una de éstas chinas entrevistadas después de su gran hazaña afirmaba que ahora sí le iban a mirar por la calle y a prestarle atención. Parece que una de las grandes potencias está perdiendo su seguridad y su identidad. El gran gigante asiático parece apelar está vez a los sentimientos después de tenerlo todo materialmente hablando.
No estoy en contra de las operaciones de cirugía estética, sobre todo si es por salud, pero sí de aquellas en las que uno se opera para parecerse a alguien o aspirar a ser la más perfecta entre sus amigos. En la personalidad de cada uno radica el éxito. No quiero amigos que se parezcan a Pep Guardiola o amigas que se parezcan a Sara Carbonero. Quiero amigos con los ojos de su madre y la nariz de su padre. Porque en nuestros rasgos está el camino y en mantenerlos la esencia que nos distingue.
Geishas del Siglo XXI condicionadas por Hollywood. Lo que tantos años detestaron ahora se ve que lo echan de menos …
