Powered By Blogger

jueves, 21 de octubre de 2010




Esta tarde me he puesto a pensar la suerte que tengo por tener a grandes amigos cerca. Y sí, lo puedo decir bien alto, estoy muy contenta porque cuando en una etapa de tu vida no lo has estado, lo valoras más. Es una pena que algunos no puedan pasar por todas las etapas de una amistad para darse cuenta de lo que estoy diciendo. No cambiaría a ninguno de ellos porque cada uno me aporta algo fundamental, para que en la medida de lo posible, pueda ser mejor persona.


También he sabido comprender que hay diferentes tipos de amigos y que no todos pueden estar en el mismo nivel y en el mismo momento. Los buenos amigos, eso si, todos lo sabemos, se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos. Aquellos que te comprenden, les cuentas las penas, las alegrías, te ayudan a remontar en los momentos más difíciles, creen en ti aunque la fastidies a la enésima potencia o simplemente te arrancan una sonrisa. Esta tarde hablando con una amiga he llegado a la conclusión de una cosa importante que hasta ahora no había pensado y lo quería expresar aquí. De vez en cuando hay que bajar a los amigos de los peldaños más altos porque corres el peligro de que siempre te vean ahí. Y lo más importante que no sepan darse cuenta de que sigues ahí.

No sé si la conclusión la expresaré correctamente. Si no que cada uno reflexione como le parezca o crea. Lo que tengo claro es que poco a poco iré subiendo a muchos y muy buenos que acabo de bajar. Al fin y al cabo esto es una especie de noria que siempre da vueltas, unos deciden no viajar más y otros se suben para disfrutar