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viernes, 11 de marzo de 2011

La clave está en el Sur


Si hay un lugar en el mundo para perderse se llamaría Finca Cortesín. Está ubicado en el termino de Casares, Málaga y su situación geográfica apunta directamente a la calma. A un lado el mar Mediterráneo, al otro árboles traídos desde las Islas Cook, Marshall, Salomón, Israel, Italia, Jamaica y casi dónde te lleve la imaginación ...


























Sólo llegar al complejo te encuentras con un patio típicamente andaluz, sus baldosas, fuentes y flores te hacen saber que ahí se respira tradición. El personal es amable, cortés y detallista. Las habitaciones invitan al descanso y cuando abres sus balconadas te invitan a no perderte nada. Las vistas de la terraza son infinitas al mar, casi tanto como la mente quiera ver y descubrir. Una vez que has mirado al horizonte toca descubrir sus dos piscinas, el SPA, el campo de golf, los patios, uno de ellos típicamente marroquí, un guiño a la relación que Andalucía siempre ha tenido con el país vecino, y sus inmensos espacios verdes. Me consta que mi amiga Isabel Alguacil que es paisajista participo en el diseño de sus maravillosos jardines. Un 10 por ella y por todo el equipo.











































Si hablamos de su gastronomía nos encontraremos con varios restaurantes, cada uno listo para lo que nos pida el paladar. ¿Uno de ellos? Schilo, con sabores de Asia, Arabia y Europa. Para mi, el mejor sería “El jardín de Víctor” típicamente mediterráneo. No te puedes marchar sin probar los desayunos, en especial el zumo de Coco. No lo probé en ningún sitio como ése. Recomendar un Hotel por el zumo de Coco sería una absurda locura pero a veces un detalle te hace recordar para toda una vida un momento de dulzura y tranquilidad. Está muy bien comunicado y a tan sólo 15 minutos se encuentra Marbella para salir, tomar una copa o simplemente perderse por sus glamurosas calles. Aunque si vas a Cortesín, tienes el peligro que Marbella te rompa la paz y desees volver a tu stand by particular. Podría decir mil maravillas de esta Finca pero no es realzar lo que tiene sino describir los sentimientos que ésta me produce. Hoteles bonitos hay muchos pero en los que SIENTAS hay pocos. Recuerdo su calma y sus olores, sus colores y sus sabores. Y la mirada del mar, que a última hora de la tarde parece que sentía nostalgia de que otro día acabara. O quizá era yo, que deseaba que me guardara el secreto de que algún día volvería. Y lo guardó. Y en unos días, le daré las gracias… porque no hay mejor lugar para reflexionar, pensar y desconectar que el aire renovador del sur.